Por Mónica Cortizas para La Nación
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1314201
El día que se enteró que su hija era celíaca, Mónica Cortizas habló con su socio del corralón y le dijo que se retiraba del negocio, que quería dedicarse de lleno a Margarita, su pequeña de un año y medio. Por entonces -de esto hace más de 16 años- era muy difícil conseguir comida rica y libre de gluten, como la que pretendía para la alimentación de su niña. "Aunque nunca había cocinado decidí empezar a probar. Lo primero que hice fueron unas galletas de maizena horribles, con decirte que mi marido me preguntó: ¿qué son?", lo cuenta y sonríe, como si le diera ternura recordar los tiempos en los que emprendió una tarea sólo movida por el amor.
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